26 de noviembre – BEATO SANTIAGO ALBERIONE

26 de noviembre

BEATO SANTIAGO ALBERIONE,

PRESBITERO Y FUNDADOR

Fiesta

 

Vivir y dar al mundo a Jesucristo, camino, verdad y vida

Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, nació el día 4 de abril de 1884 en San Lorenzo di Fossano (Italia), en el seno de una familia campesina, profundamente cristiana y trabajadora.

Siendo aún adolescente entró en el Seminario de Alba, donde la noche del 31 de diciembre de 1900, puente entre dos siglos, durante cuatro largas horas de adoración eucarística, vivió una intensa experiencia espiritual. Tuvo una clara comprensión de la invitación de Jesús: «Venid a mí todos…» (Mt 11,28), advirtió la urgencia de prepararse para «hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo.»

El 29 de junio de 1907 recibió la ordenación sacerdotal, a la que siguió una breve pero decisiva experiencia parroquial en Narzole (Cúneo). Posteriormente desempeñó el cargo de profesor y director espiritual en el seminario de Alba. Pero el Señor lo guiaba a una nueva misión: vivir y dar al mundo a Jesucristo camino, verdad y vida; predicar el Evangelio a todos los pueblos, con el espíritu del apóstol san Pablo, utilizando los medios más rápidos y eficaces que el progreso ofrece para la comunicación humana.

Para realizar esta misión, el Señor lo impulsó a dar vida a la «Familia Paulina», extendida hoy por todo el mundo, y compuesta por cinco Congregaciones religiosas —Sociedad de San Pablo, Hijas de San Pablo, Pías Discípulas del Divino Maestro, Hermanas de Jesús Buen Pastor, Hermanas de María Reina de los Apóstoles—; cuatro Institutos de vida secular consagrada —Instituto Jesús Sacerdote, Instituto San Gabriel Arcángel, Instituto Virgen de la Anunciación, Instituto Santa Familia—, y una Asociación de laicos: los Cooperadores Paulinos.

Cumplida la obra que Dios le había encomendado, el 26 de noviembre de 1971, a los 87 años, dejó la tierra para ocupar su sitio en la Casa del Padre. Sus últimas horas se vieron confortadas con la visita y la bendición del papa Pablo VI, que nunca ocultó su admiración por el padre Alberione. El 27 de abril de 2003 el papa Juan Pablo II lo proclamó beato en la Plaza de San Pedro, de Roma.

Dos son los ideales que el beato Santiago Alberione persiguió con tenacidad durante toda su vida.

El primero fue la búsqueda de una profunda intimidad con Dios, llevada a cabo a través del empeño en una cada vez más plena configuración con Jesús Maestro, camino, verdad y vida, siguiendo el ejemplo del apóstol san Pablo, que pudo escribir de sí mismo: «Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20). En ese sentido cultivó una intensa vida espiritual, alimentada en las fuentes de la Escritura y de la Eucaristía. En el prolongado contacto con Dios en la oración, capaz de alcanzar incluso las cumbres de la contemplación, conseguía la luz y la fuerza para las iniciativas que debía emprender, como él mismo recordaría: «Para mayor tranquilidad y confianza tiene que decir que tanto el comienzo como la continuación de la Familia Paulina procedieron siempre bajo una doble obediencia: a la inspiración ante Jesús eucarístico, confirmada por el director espiritual, y, a la vez, a la expresa voluntad de los superiores eclesiásticos» (AD 29).

La gradual iluminación de lo alto, acogida con su característico estilo de oración contemplativo-apostólica, le permitió formular una rica espiritualidad, centrada en Jesús, Maestro y Pastor, camino, verdad y vida, tal como lo interpretó el apóstol san Pablo, a la luz de María, Madre, Maestra y Reina de los apóstoles. La meta que el Fundador se propuso y propuso siempre a sus hijos como primer «empeño» fue siempre la plena configuración con Cristo: acoger todo el Cristo, camino, verdad y vida con toda la persona, mente, voluntad, corazón y fuerzas físicas.

El otro gran ideal que animó al beato Santiago Alberione fue el amor a los hombres. La constatación de que en el mundo viven aún tantas personas que no conocen a Cristo o no lo conocen suficientemente, le producía una santa inquietud, pero al mismo tiempo era un estímulo para su ardiente celo sacerdotal. Las numerosas fundaciones, la adopción de los medios más rápidos y eficaces de la comunicación social para el apostolado, las múltiples iniciativas emprendidas, tuvieron siempre un único objetivo: hacer llegar al mayor número de hombres y mujeres la palabra de Dios, y suscitar en ellos el amor a Cristo, en quien únicamente se encuentra la salvación. No se cansó de inculcar a sus hijos e hijas esos mismos ideales, animándoles a descubrir cada vez nuevas y más amplias perspectivas.

Quien comprendió y describió mejor que nadie la personalidad y el espíritu que animó al padre Alberione fue el papa Pablo VI. En la audiencia concedida a la Familia Paulina el 28 de junio de 1969, trazó este entrañable retrato del Fundador, estando él presente: «Miradlo: humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre ensimismado en sus pensamientos, que van de la oración a la acción (según la fórmula tradicional: “ora et labora”), siempre atento a escrutar los “signos de los tiempos”, es decir, las formas más geniales de llegar a las almas, nuestro padre Alberione ha dado a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para vigorizar y ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y de la posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los medios modernos.»

 

Los textos, excepto la oración colecta, corresponden al común de pastores (misioneros).

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