Consagración de sí mismo a María

Recíbeme, María, madre, maestra y reina,
entre los que amas, cuidas,
santificas y formas
en la escuela de Jesucristo, Divino Maestro.
Tú reconoces en los planes de Dios
a los hijos que él elige,
y con tu oración les obtienes gracia,
luz y auxilios especiales.
Mi maestro, Jesucristo,
se confió totalmente a ti
desde la encarnación hasta la ascensión,
y esto es para mí enseñanza,
ejemplo y don inefable,
por lo que también yo me pongo
plenamente en tus manos.
Consígueme la gracia de conocer,
imitar y amar cada vez más
a Jesús Maestro, camino, verdad y vida.
Preséntame a él,
pues soy un pecador indigno,
sin más título que tu recomendación
para ser admitido a su escuela.
Ilumina mi mente, fortalece mi voluntad,
santifica mi corazón
en esta etapa de mi trabajo espiritual,
para que aproveche tu gran misericordia,

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«Vivo yo, pero no soy yo,
es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20).
Apóstol san Pablo, padre mío
y fidelísimo discípulo de Jesús,
fortalece mi voluntad:
quiero comprometerme con toda el alma
hasta que se forme Jesucristo en mí.

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