ORACIÓN APOSTÓLICA

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Nunca en el curso de los siglos han sido tan movilizadas y ennoblecidas las creaturas como en la actualidad. Ellas han contribuido a formar a Jesucristo en los hombres, como el agua del bautismo.

En verdad, todo ha sido redimido en Cristo: donde abundó el pecado por la rebelión de los hombres, allí sobreabundó la gracia por la obediencia de Jesucristo.

La radio y el teléfono para reunir noticias; la linotipia, la monotipia, la rotativa, la calcografía y la heliotipia para la mejor impresión; los procesos mecánicos para la confección de libros y periódicos; la organización postal –correo ordinario y aéreo–, son todas expresiones que ponen en evidencia el amor que anima al apóstol, amor que convoca a todas las criaturas para anunciar al Señor; de la misma manera que el hombre de oración, con su fe llena de amor, invita a todas las criaturas a alabar y venerar a su Creador: «Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor» (BUC, 4, 1936).

Cuando los medios de comunicación social (prensa, cine, radio, televisión, audiovisuales…) se utilizan para la transmisión del evangelio, reciben una consagración que los eleva a la máxima dignidad:

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la mesa del escritor, el taller de artes gráficas, la librería, son modernas cátedras e iglesias. Quien trabaja en ellos se convierte en un verdadero apóstol (UPS, I, 316).

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