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Jesús, al concluir la escuela del ejemplo en Nazaret, da comienzo a la escuela de la palabra. En el monte de las bienaventuranzas traza el camino de la paz y de la salvación, y revela el Padre a los hombres, promulgando la nueva ley del amor (cf Lc 4,14-30; 6,20-38).

Te adoro y te doy gracias,
Maestro divino,
que te has definido como camino,
verdad y vida.
Reconozco en ti el camino que he de seguir,
la verdad que debo creer,
la vida que debo anhelar.
Tú lo eres todo para mí;
y yo quiero estar totalmente en ti,
con la mente, la voluntad y el corazón.

Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…

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