Adorad postrados

Adorad postrados
este sacramento.
Cesa el viejo rito;
se establece el nuevo.
Dudan los sentidos
y el entendimiento:
que la fe lo supla
con asentimiento.

Himnos de alabanza,
bendición y obsequio;
por igual la gloria
y el poder y el reino

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al eterno Padre
con el Hijo eterno
y el divino Espíritu
que procede de ellos. Amén.

(u otro canto eucarístico: ver pág. 343ss).

Oremos. Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

O bien una de las oraciones siguientes:

Ilumina, Señor, con la luz de la fe nuestros corazones y abrásalos con el fuego de la caridad, para que adoremos resueltamente en espíritu y en verdad a quien reconocemos en este sacramento como nuestro Dios y Señor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, que nos diste el verdadero pan del cielo, concédenos, te rogamos, que, con el poder del alimento espiritual, siempre vivamos en ti y resucitemos gloriosos en el último día. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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Concédenos, te rogamos, Señor y Dios nuestro, celebrar con dignas alabanzas al Cordero que fue inmolado por nosotros y que está oculto en el sacramento, para que merezcamos verle patente en la gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Concédenos, Señor y Dios nuestro, a los que creemos y proclamamos que Jesucristo nació por nosotros de la Virgen María, murió también por nosotros en la cruz y está presente en el sacramento, beber de esta divina fuente el don de la salvación eterna. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Que los sacramentos con los que te has dignado restaurarnos, Señor, llenen de la dulzura de tu amor nuestros corazones y nos impulsen a desear las riquezas inefables de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, que redimiste a todos los hombres con el misterio pascual de Cristo, conserva en nosotros la obra de tu misericordia, para que, venerando constantemente el misterio de nuestra salvación, merezcamos conseguir su fruto. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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