Domingo: a Jesús Maestro

El primer domingo se dedica a Jesús Maestro y mediador, para que por él, con él y en él, se alabe, se den gracias y se invoque a la Trinidad. Recordemos nuestro destino último, y de manera especial nuestra meta: el cielo.

  1. Jesús, Divino Maestro,
    te adoramos como Palabra encarnada,
    el enviado del Padre
    para enseñar a los hombres
    las verdades que dan la vida.
    Tú eres la verdad,
    la luz del mundo, el único Maestro;
    solo tú tienes palabras de vida eterna.
    Te damos gracias
    por haber encendido en nosotros
    la luz de la razón y de la fe,
    y habernos llamado
    a la luz de la gloria.
    Nos adherimos con toda nuestra mente
    a ti y a la Iglesia;
    creemos y aceptamos
    cuanto por su medio nos enseñas.
    Muéstranos los tesoros de tu sabiduría,
    danos a conocer al Padre,
    haznos auténticos discípulos tuyos.
    Aumenta nuestra fe,
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para que lleguemos a contemplarte
eternamente en el cielo.

Jesús Maestro, camino, verdad y vida,
ten piedad de nosotros.

  1. Jesús, Divino Maestro,
    te adoramos como al amado del Padre,
    único camino para llegar a él.
    Te damos gracias
    porque te has hecho nuestro modelo;
    nos has dado ejemplo de santidad
    e invitado a todos
    a seguir tu mismo camino.
    Te contemplamos
    en los diversos momentos de tu vida terrena;
    dócilmente nos ponemos a tu escuela,
    abrazamos todas tus enseñanzas
    y rechazamos toda actitud
    que no sea conforme a la tuya.
    Atráenos a ti, para que busquemos
    únicamente tu voluntad,
    siguiendo tus huellas
    y renunciando a nosotros mismos.
    Acrecienta en nosotros la esperanza activa
    y el deseo de asemejarnos a ti,
    para que al final de la vida
    podamos poseerte por toda la eternidad.

Jesús Maestro…

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  1. Jesús, Divino Maestro,
    te adoramos como unigénito de Dios,
    venido al mundo
    para dar a los hombres la vida
    en toda su plenitud.
    Te damos gracias porque,
    muriendo en la cruz,
    nos has merecido la vida,
    que nos comunicas en el bautismo,
    y alimentas en la eucaristía
    y los demás sacramentos.
    Vive en nosotros, Jesús,
    por la fuerza del Espíritu Santo,
    para que te amemos con toda la mente,
    con todas las fuerzas y todo el corazón,
    y amemos al prójimo
    como a nosotros mismos.
    Aumenta en nosotros el amor
    para que un día,
    resucitados a la vida gloriosa,
    participemos contigo en el gozo de tu reino.

Jesús Maestro…

  1. Jesús, Divino Maestro,
    te adoramos presente en la Iglesia,
    tu cuerpo místico
    y sacramento universal de salvación.
    Te damos gracias por habernos dado
    esta madre infalible e indefectible,
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en la que tú sigues siendo para los hombres
camino, verdad y vida.
Te pedimos que los no creyentes
se acerquen a su luz inextinguible;
que vuelvan los que se han apartado de ella,
y todos nos unamos en la fe,
en la esperanza y en el amor.
Fortalece a la Iglesia, asiste al Papa,
santifica a los sacerdotes
y a cuantos se han consagrado a ti.
Jesús Maestro, hacemos nuestro tu anhelo:
que haya un solo rebaño y un solo pastor, para
que todos nos reunamos
en tu reino glorioso.

Jesús Maestro…

  1. Jesús, Divino Maestro,
    te adoramos con los ángeles que cantaron
    el motivo de tu encarnación:
    «Gloria a Dios y paz a los hombres».
    Te damos gracias por habernos llamado
    a compartir tu misión.
    Enciende en nosotros la llama
    de tu mismo amor
    al Padre y a los hombres.
    Llena de ti todas nuestras facultades;
    vive en nosotros
    para que te demos a conocer
    a través del apostolado
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de la oración y del sufrimiento,
de los medios de comunicación
y de la palabra, del ejemplo y de las obras.
Envía buenos obreros a tu mies;
ilumina a los predicadores,
maestros y escritores;
infunde en ellos el Espíritu Santo;
dispón las mentes y los corazones
para que lo acojan.
Ven, Maestro y Señor, enseña y reina
por medio de María, nuestra madre,
maestra y reina.

Jesús Maestro…

Antes o después de la meditación, o bien durante la adoración eucarística, se reza o canta una de las antífonas a Jesús Maestro.

Ant. Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad.

Aleluya.

O bien:

Ant. Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. El que permanece en mí no camina en tinieblas, sino que tendrá l a luz de la vida. Aleluya
(Magníficat, p. 335).

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