DECIMOQUINTA ESTACIÓN

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido al mundo.

María espera con fe viva la resurrección de su Hijo, tal como él lo había anunciado: «Al tercer día resucitaré» (Mt 20,19).

Creo firmemente, Dios mío,
en la resurrección de Jesucristo,
como creo en la resurrección de la carne.
Quiero resucitar diariamente
a la nueva vida,
para poder resucitar a la gloria
en el último día.

V. Cristo redentor, sálvanos por la fuerza de la cruz.
R. Tú que salvaste a Pedro en el mar, ten compasión de nosotros.

Oremos. Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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Padrenuestro, Avemaría y Gloria, según las intenciones del Papa.

Con el ejercicio del Vía crucis se puede conseguir indulgencia plenaria.

Estas son las normas que la regulan: «a) El ejercicio debe hacerse ante las estaciones legítimamente erigidas. b) Según la costumbre, consta de catorce lecturas, a las que se añaden algunas oraciones vocales. Sin embargo, para el cumplimiento del ejercicio se requiere solo una meditación de la pasión y muerte del Señor, sin que se requiera hacer una reflexión específica sobre cada misterio. c) Hay que trasladarse de una estación a otra; pero si el ejercicio se hace públicamente y el movimiento de todos los participantes no se puede hacer de manera ordenada, basta que recorra las estaciones al menos quien dirige, mientras que los demás permanecen en sus puestos.

Los “impedidos” podrán conseguir la misma indulgencia dedicando al menos media hora a la lectura piadosa y a la meditación de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo» (cf Manual de Indulgencias, Ed. Vaticana 1968, n. 63).

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