CUARTA ESTACIÓN

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido al mundo.

Jesús, con la cruz a cuestas, se encuentra con su Madre, cuya alma quedó traspasada por una espada de dolor. Unidos están en el mismo dolor el corazón de Jesús y el de María.

Estos son los corazones
que tanto han amado a los hombres
y nada han escatimado por ellos.
Corazones de Jesús y María,
concededme la gracia de conoceros,
amaros e imitaros cada vez mejor.
Os ofrezco mi corazón,
para que sea siempre vuestro.

Ten piedad de nosotros, Señor.
Ten piedad de nosotros.

Haz, santa Madre de Dios,
que las llagas del Señor
se impriman en mi corazón.

Y, ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?

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