SEXTA ESTACIÓN

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido al mundo.

Movida a compasión, la Verónica enjuga el rostro de Jesús; él la premia imprimiendo su imagen en el lienzo.

Reconozco en esta discípula
el modelo de las almas reparadoras.
Comprendo mi deber
de reparar los pecados
y todas las ofensas a tu infinito amor.
Jesús, plasma en mí
y en todas las personas reparadoras
las actitudes de tu corazón.

Ten piedad de nosotros, Señor.
Ten piedad de nosotros.

Haz, santa Madre de Dios,
que las llagas del Señor
se impriman en mi corazón.

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.

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