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Miércoles: a san JoséVai alla preghiera

El primer miércoles se dedica a san José, con estas intenciones: protección para la Iglesia universal, asistencia para cada uno de nosotros, una buena muerte para cuantos fallezcan durante el mes, y providencia en todas las necesidades.

  1. San José,
    fiel colaborador en nuestra redención,
    mira compasivo la indigencia de los hombres
    que viven aún en medio del error,
    el vicio y la superstición.
    Tú fuiste un instrumento dócil
    en las manos del Padre
    a la hora de disponer todo lo necesario
    para el nacimiento, infancia
    y preparación de la víctima, del sacerdote,
    del Maestro divino
    en beneficio de los hombres.
    Tú, siempre fiel a la voluntad de Dios,
    intercede por nosotros
    para que trabajemos con entusiasmo
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en la búsqueda y formación
de las vocaciones, y respondamos
con generosidad y constancia
a nuestra propia vocación.

San José, ruega por nosotros.

  1. San José, modelo de toda virtud,
    intercede por nosotros
    para que alcancemos tu misma vida interior.
    En el silencio amoroso y activo,
    en el cumplimiento
    de todos los compromisos
    religiosos y sociales,
    en la absoluta docilidad
    a la voluntad de Dios, tú alcanzaste
    una sublime santidad y gloria.
    Intercede por nosotros
    para que consigamos crecer en la fe,
    la esperanza y el amor,
    cimentarnos en las virtudes cardinales
    y abundar en los dones del Espíritu Santo.

San José, ruega por nosotros.

  1. San José, te veneramos
    como modelo de los trabajadores,
    amigo de los pobres,
    apoyo de los emigrantes
    y de todos los que sufren,
    santo de la Providencia.
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Fuiste en la tierra el representante
de la bondad y solicitud universal del Padre.
Fuiste el artesano de Nazaret
y maestro de trabajo del Hijo de Dios,
que quiso ser humilde obrero
por nuestro amor.
Ayuda con tu intercesión
a todos los trabajadores.
Haz que las leyes y la organización
de todos los pueblos
se inspiren en el Evangelio,
en el amor cristiano, en la justicia y la paz.

San José, ruega por nosotros.

  1. San José, padre adoptivo de Jesús,
    alabamos al Señor
    por la comunicación profunda
    que tuviste con él,
    durante su infancia y juventud,
    en Belén, en Egipto, en Nazaret.
    Tú lo amabas paternalmente
    y él correspondía filialmente a tu amor.
    Tu fe te movía a adorarlo
    como Hijo de Dios encarnado;
    y él te obedecía, ayudaba y escuchaba.
    Mantenías con él gratas conversaciones,
    compartiendo trabajo, penas y alegrías.
    Intercede por mí
    para que nunca ofenda a Jesús,
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ni lo pierda a causa del pecado;
para que celebre siempre dignamente
los sacramentos de la eucaristía
y la reconciliación;
para que llegue a una profunda intimidad
y amor sincero a Jesús
y luego goce eternamente de él en el cielo.

San José, ruega por nosotros.

  1. San José, purísimo esposo de María,
    humildemente te pedimos
    un amor profundo a nuestra tierna madre,
    maestra y reina.
    Quiso Dios asociar tu misión a la de María.
    Con ella compartiste penas y alegrías;
    juntos, con una sola mente y un solo corazón,
    emulabais en el trabajo,
    en la virtud y en merecimientos.
    San José, intercede
    por los padres y madres de familia.
    Concédenos la gracia de conocer, imitar,
    amar e invocar siempre a la Virgen María.
    Atrae a todos a su corazón de madre.

San José, ruega por nosotros.

  1. San José, protector de los agonizantes,
    te pedimos por todos los moribundos
    y te suplicamos nos asistas
    también a nosotros en la hora de la muerte.
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Con la santidad de tu vida,
te hiciste acreedor a un tránsito dichoso,
y gozaste de la asistencia consoladora
de Jesús y María.
Líbranos de la muerte improvisa;
concédenos la gracia de imitar tu vida;
de liberar nuestro corazón
de todo lo mundano,
y de progresar en la virtud
hasta el fin de nuestros días.
Con María, inspíranos sentimientos de fe,
esperanza, caridad
y arrepentimiento de los pecados,
para que muramos en la paz del Señor,
tras haber recibido dignamente
los sacramentos de los enfermos.

San José, ruega por nosotros.

  1. San José, patrono de la Iglesia universal,
    mira con bondad al Papa,
    a los obispos, sacerdotes y diáconos,
    a los consagrados y a todos los cristianos;
    ruega para que todos seamos santos.
    La Iglesia es el fruto
    de la sangre de Jesús, tu hijo adoptivo.
    Te pedimos por su expansión,
    libertad y fortalecimiento.
    Defiéndela del error y de las fuerzas del mal,
    como salvaste de las manos de Herodes
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la vida amenazada de Jesús.
Que se cumpla su anhelo:
«Un solo rebaño y un solo pastor».

San José, ruega por nosotros.

Antes o después de la meditación, o bien durante la adoración eucarística, se reza o canta:

Ant. Este es el criado fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia (Magníficat, p. 335).

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Jueves: al Ángel de la guardaVai alla preghiera

El primer jueves se dedica al Ángel de la guarda: para conocerlo; para que nos libre de las tentaciones del demonio en los peligros espirituales y materiales; para seguirlo en su diligente cuidado de nosotros, y que nos lleve con él al cielo.

  1. Padre del cielo,
    te doy gracias por tu infinita bondad,
    porque, desde el mismo momento
    en que salía de tus manos creadoras,
    me confiaste a un ángel
    para que «me ilumine,
    me guíe y me proteja».
    Te doy gracias también a ti,
    ángel de mi guarda,
    por tu constante presencia
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en mi peregrinación hacia el Padre.
Tus inspiraciones, tu protección continua
contra los peligros del cuerpo y del alma,
y tu oración ante el Señor,
son para mí motivo de consuelo
y esperanza cierta.

Ángel de Dios…

  1. Ángel de mi guarda,
    tú que contemplas continuamente
    el rostro del Padre y quieres que también yo
    vaya a hacerte compañía,
    alcánzame del Señor perdón
    por lo mucho que, sordo a tus consejos,
    he pecado en tu presencia
    y por la poca familiaridad
    que he tenido contigo,
    aunque estás siempre a mi lado.
    Hazme comprender que he sido creado
    para conocer, amar y servir a Dios
    en esta vida, y luego gozarlo en la eterna.

Ángel de Dios…

  1. Ángel de mi guarda,
    fiel y fuerte en la virtud,
    eres uno de los ángeles que en el cielo,
    capitaneados por san Miguel,
    vencisteis al Maligno y a sus fuerzas.
    Esa misma lucha continúa ahora en la tierra;
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las fuerzas del mal luchan contra Jesucristo,
y acechan a los hombres.
Ruega a la inmaculada,
Reina de los Apóstoles,
por la Iglesia, ciudad de Dios,
que lucha contra la ciudad de Satanás.
Y tú, san Miguel arcángel,
abanderado de la milicia del cielo,
defiéndenos en el combate,
sé nuestro protector
contra el mal que nos acecha;
con la fuerza de Dios, somete a Satanás
y a todas las fuerzas del mal
que pretenden invadir el mundo
para perder a los hombres.

Ángel de Dios…

  1. Ángeles del cielo,
    asistid a los escritores, técnicos y difusores
    de los medios audiovisuales
    y a cuantos los usan.
    Defendedlos del mal, guiadlos en la verdad,
    concededles verdadero amor.
    Pedid al Señor las vocaciones necesarias
    para este nuevo apostolado
    y guiadlas en su delicada misión.
    Inspirad a todos para que cooperen
    con la acción, la oración y la limosna
    al apostolado de la comunicación social.
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Iluminad, guiad y proteged
el mundo de las técnicas audiovisuales:
que se utilicen para elevar el nivel
de la vida presente
y para orientar a la humanidad
hacia los bienes eternos.

Ángel de Dios…

  1. Ángeles del Señor,
    vosotros habéis sido llamados
    a servir, alabar y glorificar
    incesantemente a la santísima Trinidad
    y a asistirnos y protegernos
    en nuestro diario caminar.
    Amáis verdaderamente a Dios
    y a los hombres y perpetuáis el cántico:
    «Gloria a Dios en el cielo
    y en la tierra paz a los hombres
    que ama el Señor».
    Os pedimos por todos los hombres,
    para que conozcan al único Dios verdadero,
    a su enviado Jesucristo,
    y a la Iglesia, recinto de verdad.
    Rogad para que el nombre de Dios
    sea santificado, venga el reino de Jesucristo
    y se haga su voluntad
    en la tierra como en el cielo.
    Proteged a los gobernantes,
    a los trabajadores, a los que sufren;
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alejad las fuerzas del mal
y salvad al mundo de sus lazos;
obtened gracia y salvación a cuantos buscan
la verdad, la justicia y la paz.

Ángel de Dios…

Antes o después de la meditación, o bien durante la adoración eucarística, se reza o canta:

Ant. Todos ellos son espíritus en servicio activo, que se envían en ayuda de los que han de heredar la salvación (Magníficat, p. 335).

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