Menu

pagina: 153

Jueves: al Ángel de la guardaVai alla preghiera

El primer jueves se dedica al Ángel de la guarda: para conocerlo; para que nos libre de las tentaciones del demonio en los peligros espirituales y materiales; para seguirlo en su diligente cuidado de nosotros, y que nos lleve con él al cielo.

  1. Padre del cielo,
    te doy gracias por tu infinita bondad,
    porque, desde el mismo momento
    en que salía de tus manos creadoras,
    me confiaste a un ángel
    para que «me ilumine,
    me guíe y me proteja».
    Te doy gracias también a ti,
    ángel de mi guarda,
    por tu constante presencia
p. 149

en mi peregrinación hacia el Padre.
Tus inspiraciones, tu protección continua
contra los peligros del cuerpo y del alma,
y tu oración ante el Señor,
son para mí motivo de consuelo
y esperanza cierta.

Ángel de Dios…

  1. Ángel de mi guarda,
    tú que contemplas continuamente
    el rostro del Padre y quieres que también yo
    vaya a hacerte compañía,
    alcánzame del Señor perdón
    por lo mucho que, sordo a tus consejos,
    he pecado en tu presencia
    y por la poca familiaridad
    que he tenido contigo,
    aunque estás siempre a mi lado.
    Hazme comprender que he sido creado
    para conocer, amar y servir a Dios
    en esta vida, y luego gozarlo en la eterna.

Ángel de Dios…

  1. Ángel de mi guarda,
    fiel y fuerte en la virtud,
    eres uno de los ángeles que en el cielo,
    capitaneados por san Miguel,
    vencisteis al Maligno y a sus fuerzas.
    Esa misma lucha continúa ahora en la tierra;
p. 150

las fuerzas del mal luchan contra Jesucristo,
y acechan a los hombres.
Ruega a la inmaculada,
Reina de los Apóstoles,
por la Iglesia, ciudad de Dios,
que lucha contra la ciudad de Satanás.
Y tú, san Miguel arcángel,
abanderado de la milicia del cielo,
defiéndenos en el combate,
sé nuestro protector
contra el mal que nos acecha;
con la fuerza de Dios, somete a Satanás
y a todas las fuerzas del mal
que pretenden invadir el mundo
para perder a los hombres.

Ángel de Dios…

  1. Ángeles del cielo,
    asistid a los escritores, técnicos y difusores
    de los medios audiovisuales
    y a cuantos los usan.
    Defendedlos del mal, guiadlos en la verdad,
    concededles verdadero amor.
    Pedid al Señor las vocaciones necesarias
    para este nuevo apostolado
    y guiadlas en su delicada misión.
    Inspirad a todos para que cooperen
    con la acción, la oración y la limosna
    al apostolado de la comunicación social.
p. 151

Iluminad, guiad y proteged
el mundo de las técnicas audiovisuales:
que se utilicen para elevar el nivel
de la vida presente
y para orientar a la humanidad
hacia los bienes eternos.

Ángel de Dios…

  1. Ángeles del Señor,
    vosotros habéis sido llamados
    a servir, alabar y glorificar
    incesantemente a la santísima Trinidad
    y a asistirnos y protegernos
    en nuestro diario caminar.
    Amáis verdaderamente a Dios
    y a los hombres y perpetuáis el cántico:
    «Gloria a Dios en el cielo
    y en la tierra paz a los hombres
    que ama el Señor».
    Os pedimos por todos los hombres,
    para que conozcan al único Dios verdadero,
    a su enviado Jesucristo,
    y a la Iglesia, recinto de verdad.
    Rogad para que el nombre de Dios
    sea santificado, venga el reino de Jesucristo
    y se haga su voluntad
    en la tierra como en el cielo.
    Proteged a los gobernantes,
    a los trabajadores, a los que sufren;
p. 152

alejad las fuerzas del mal
y salvad al mundo de sus lazos;
obtened gracia y salvación a cuantos buscan
la verdad, la justicia y la paz.

Ángel de Dios…

Antes o después de la meditación, o bien durante la adoración eucarística, se reza o canta:

Ant. Todos ellos son espíritus en servicio activo, que se envían en ayuda de los que han de heredar la salvación (Magníficat, p. 335).

p. 153

Viernes: al sagrado Corazón de JesúsVai alla preghiera

El primer viernes se dedica al Corazón de Jesús con el fin de conocer, valorar y corresponder a sus grandes regalos: el evangelio, la eucaristía, la Iglesia, el sacerdocio, la vida consagrada, la Virgen María y su propia vida.

Aquí estoy, Jesús Maestro,
consciente de mi condición de pecador.
Te adoro porque has amado a los hombres
hasta el extremo de entregarte por ellos.
Creo en el amor infinito que nos tienes.
Te doy gracias por los inapreciables regalos
que has hecho a los hombres,
especialmente el evangelio, la eucaristía,

p. 153

la Iglesia, el sacerdocio, la vida religiosa,
a María como madre, y tu propia vida.

  1. Jesús Maestro, te doy gracias
    y bendigo la generosidad de tu corazón
    por el gran regalo del evangelio.
    Tú has dicho: «He sido enviado
    a evangelizar a los pobres».
    Tus palabras comunican la vida eterna.
    En el evangelio
    has revelado el misterio de Dios,
    has enseñado su camino
    conforme a la verdad,
    y has ofrecido los medios para la salvación.
    Concédeme la gracia de conservar
    con veneración tu evangelio,
    de escucharlo y leerlo
    según el espíritu de la Iglesia,
    y de propagarlo con el mismo amor
    con que tú lo predicaste.
    Que todos lo conozcan, lo honren y lo acojan.
    Que se amolden a él la vida,
    las leyes, las costumbres
    y las ideologías de los hombres.
    Que encienda, ilumine y caliente a todos
    el fuego que tú has traído a la tierra.

Jesús, manso y humilde de corazón,
haznos santos e irreprochables por el amor.

p. 154
  1. Jesús Maestro, te doy gracias
    y bendigo la inmensidad de tu amor
    por el inestimable regalo de la eucaristía.
    Por amor actualizas y renuevas en ella
    el misterio pascual,
    te das como alimento en la comunión
    y permaneces con nosotros en el sagrario.
    Que te sienta presente en la eucaristía;
    que yo saque aguas con gozo
    de las fuentes de la salvación.
    Que comprenda y viva cada vez mejor
    la eucaristía, que te reciba siempre
    con fe y amor, y que pueda
    visitarte diariamente en este sacramento.

Jesús, manso y humilde…

  1. Jesús Maestro, te doy gracias
    y bendigo tu bondadoso corazón
    por el don sublime de la Iglesia.
    Ella es la madre
    que nos enseña la verdad,
    que nos guía por el camino de la salvación
    y nos comunica la vida sobrenatural.
    Ella, tu cuerpo místico,
    continúa tu misma misión en el mundo.
    Es el arca de la salvación, infalible,
    indefectible y universal.
    Concédeme la gracia de amarla
    como tú la amas al santificarla con tu sangre.
p. 155

Que todos la conozcan,
entren a formar parte de ella
y cooperen humildemente
en la construcción de tu reino.

Jesús, manso y humilde…

  1. Jesús Maestro, te doy gracias
    y bendigo tu corazón lleno de amor
    por la institución del sacerdocio.
    Tú envías a los sacerdotes
    como el Padre te ha enviado a ti.
    Les has confiado los tesoros de tu doctrina,
    de tu ley, de tu gracia,
    y el cuidado de tu propio pueblo.
    Haz que yo los ame, los escuche
    y me deje guiar por ellos en tus caminos.
    Envía buenos obreros a tu mies.
    Que todos los sacerdotes sean sal
    que purifica y preserva, luz del mundo,
    ciudad situada en lo alto;
    que estén modelados a tu imagen;
    y que su premio y su gozo
    sea un gran número
    de personas conducidas a ti.

Jesús, manso y humilde…

  1. Jesús Maestro, te doy gracias
    y bendigo tu sacratísimo corazón
    por la llamada a la vida consagrada.
p. 156

Como en el cielo,
en la tierra hay muchas estancias.
Tú eliges a tus hijos predilectos,
llamándolos a la perfección evangélica,
y eres para ellos ejemplo,
ayuda y premio.
Haz que aumente el número
de vocaciones consagradas;
sé su apoyo en la vivencia
de los consejos evangélicos;
que sean las flores más perfumadas
de la Iglesia, las que te complacen,
oran y extienden tu reino
con las más diversas formas de apostolado.

Jesús, manso y humilde…

  1. Jesús Maestro, te doy gracias
    y bendigo tu corazón lleno de misericordia
    por habernos dado a María
    como madre, maestra y reina.
    Desde la cruz
    nos has puesto a todos en sus manos,
    dándole un gran corazón, sabiduría y poder.
    Que todos los hombres la conozcan,
    la amen, la invoquen
    y se dejen guiar por ella
    hacia ti, salvador de los hombres.
    Siguiendo tu ejemplo,
    me pongo en sus manos.
p. 157

Quiero estar con ella ahora,
en la hora de mi muerte
y por toda la eternidad.

Jesús, manso y humilde…

  1. Jesús Maestro, te doy gracias
    y bendigo tu corazón manso y humilde,
    que te impulsó a dar la vida por mí.
    Tu sangre, tus llagas, los azotes,
    las espinas, la cruz, tu cabeza inclinada,
    me están diciendo: «Nadie tiene más amor
    que quien da su vida por el amigo».
    El pastor ha dado la vida por sus ovejas.
    También yo quiero gastar mi vida por ti;
    que siempre y en todo
    puedas disponer de mí para tu mayor gloria,
    y yo repita sin desfallecer:
    «Hágase tu voluntad».
    Llena mi corazón de amor a ti
    y a los hombres.

Jesús, manso y humilde…

Antes o después de la meditación, o bien durante la adoración eucarística, se reza o canta:

Ant. Hijo, dame tu corazón, y tus ojos guarden mis caminos (Magníficat, p. 335).

p. 158