Corazón divino de Jesús,
en la gracia del Espíritu Santo
y para gloria del Padre,
te ofrezco, por medio de María,
madre de la Iglesia,
y en comunión con el sacrificio eucarístico:
mis oraciones y acciones,
alegrías y sufrimientos de este día,
como reparación de los pecados,
por la salvación de todos los hombres,
y por las intenciones especiales
del Superior general (de la Superiora general).
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.