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Pacto de Alianza (Hermanas Pastorcitas)Vai alla preghiera

Señor Jesús,
acepta el pacto que te proponemos
por medio de María
y de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
Nosotras hemos de corresponder fielmente

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tu plan de salvación,
alcanzar la santidad y gloria
a que nos has destinado,
y realizar con entrega y constancia
el apostolado pastoral.
Pero nos sentimos demasiado débiles,
ignorantes, incapaces y limitadas en todo:
en el espíritu, en la ciencia,
en el apostolado y en la pobreza.
Tú, en cambio, eres el camino,
y la verdad y la vida, la resurrección,
nuestro único y supremo bien.
Por eso, confiamos solo en ti,
que nos has dicho:
«Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre
os lo dará».
Por nuestra parte,
prometemos y nos comprometemos
a buscar en todo, y con todas las fuerzas,
en la vida y en el apostolado, solo y siempre
tu gloria y la paz de los hombres.
Contamos con que, por tu parte,
nos des un espíritu bueno, gracia, ciencia
y los medios necesarios
para cumplir la misión que nos has confiado.
Por tu inmensa bondad
y según las exigencias
de nuestra vocación específica,
multiplica los frutos

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de nuestro trabajo espiritual,
de nuestro estudio, nuestro apostolado
y nuestra pobreza.
No dudamos de ti, pero tenemos miedo
de nuestra inconstancia y debilidad.
Así pues,
por intercesión de nuestra madre María,
acógenos, buen Pastor,
con la misma misericordia
que a los apóstoles Pedro y Pablo,
para que, imitándolos fielmente
en esta vida, podamos compartir con ellos
la gloria del cielo.

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Por las vocacionesVai alla preghiera

Jesús Maestro, tú dijiste:
«La mies es abundante,
pero los trabajadores son pocos».
Acogemos con amor tu invitación:
«Rogad, pues, al Señor de la mies
que mande trabajadores a su mies»
(Mt 9,37-38).
Suscita un amplio movimiento vocacional:
«Todos los creyentes
por todas las vocaciones».
Que aumente el número de sacerdotes.
Que sean sal de la tierra,

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luz del mundo,
ciudad situada en lo alto del monte,
para la salvación de la humanidad,
redimida por tu sangre.
Que aumente el número de consagrados.
Que llenen la tierra de institutos
y comunidades que acojan a tus elegidos,
que sean hogares de luz y calor,
manantiales de espiritualidad
y viveros de santos donde se cante:
«Gloria a Dios
y paz a los hombres que ama el Señor».
María, «la elegida de Dios»,
madre y protectora de las vocaciones,
ruega con nosotros, por nosotros
y por todos los llamados. Amén.

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