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Oración ecuménica a MaríaVai alla preghiera

Dios te salve, María,
madre, maestra y reina nuestra.
Escucha con bondad
la súplica que te presentamos
según el deseo de Jesús:

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«Rogad al Señor de la mies
que mande trabajadores a su mies».
Vuelve tus ojos misericordiosos
hacia todos los hombres.
Muchos andan extraviados en las tinieblas,
sin padre, sin pastor y sin maestro.
En ti, María, encontrarán la senda
para llegar a Cristo,
pues el Padre te ha constituido «apóstol»
para dar al mundo a Jesús,
camino, verdad y vida.
Por ti, todos los católicos,
con todas las energías,
por todas las vocaciones,
para todos los apostolados.
Por ti, todos los creyentes
por todos los no creyentes;
todos los comprometidos
por todos los indiferentes;
todos los católicos
por todos los no católicos.
Por ti, todos los llamados
sean fieles a su vocación,
todos los apóstoles sean santos,
todos los hombres los acojan.
Al pie de la cruz tu corazón se dilató
para acogernos a todos como hijos.
Danos un corazón apostólico,

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modelado según el de Jesús,
según el tuyo y el de san Pablo,
para que un día nos encontremos
todos juntos contigo en la casa del Padre.
Bendice a tus hijos, María,
madre, maestra y reina.

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Oración a María por las edicionesVai alla preghiera

María, Madre de Jesús,
haz que comprendamos y evitemos
cada vez más las funestas consecuencias
que en los hogares cristianos
producen las publicaciones malas,
que rechazan a tu Hijo, ofenden a su Iglesia
y propagan toda clase de escándalos.
Infúndenos, Virgen santa, el deseo
de comprometernos con más audacia
para alejar de las familias
estas publicaciones que las destruyen,
y de promocionar por todas partes
las publicaciones católicas.
Concede tu maternal protección
a cuantos se dedican
a este urgente apostolado.
Haz fecunda su palabra,
sus proyectos e iniciativas.
Que sus esfuerzos logren la feliz recompensa

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de ver difundidas más ampliamente
las publicaciones que defienden, sin titubeos,
la doctrina de Jesucristo.
Y para que merezcamos el éxito
en este empeño,
guárdanos, María, de todo pecado.
Y alcánzanos, por fin, después de esta vida,
la corona prometida
a los que han combatido el buen combate
y han mantenido la fe. Amén.

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