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San Pablo en EspañaVai alla preghiera
Llama insaciable, viento del Espíritu,
pregonero de Dios,
viniste a nuestra patria, la extrema lejanía
que añoraba tu inmenso corazón,
entregando a las ansias de los nuestros
por bandera y antorcha el nuevo Amor.
Pablo, Apóstol del mundo,
que en los campos de España
sembraste profundo
como en tierra feraz,
¡sigue cortando con tu espada fúlgida
ramos de olivo para nuestra paz!
De Tarragona las doradas piedras
consagraste en altar,
y el gusto de los trigos con sol de Andalucía
sublimaste en sabores de otro Pan.
¡A tus recias pisadas florecían
la verdad, el valor, la caridad!
Aunque pasaron diecinueve siglos,
hace falta aún hoy
tu cálida presencia, ¡que silban todavía
las astutas serpientes del error,
sobre el ansia infinita de los pueblos
extraviados de espaldas a su Dios!
Me hice todo por todosVai alla preghiera
Judío con el judío
y gentil con el gentil,
me hice débil con el débil,
me hice fuerte con el fuerte,
me hice todo por todos… por servir.
Si predico el evangelio
no tengo por qué gloriarme:
cumplo con mi obligación.
Soy obrero que no tiene
motivo para ensalzarse:
todo el mérito es de Dios.
Yo no corro a la aventura:
yo busco, como el atleta,
siempre el primero llegar;
no me ocurra a mí que un día
al fin me descalifiquen,
a pesar de predicar.
Dios nos guarda una corona
a todos los que luchamos
el combate de la fe.
Corred hoy de tal manera
que os den siempre el primer premio
cuando a la meta lleguéis.