Confesar los pecados mortales al menos una vez al año y en peligro de muerte y si se ha de comulgar.
Comulgar por Pascua de Resurrección.
Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Iglesia.
Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.
Considera el mal que has hecho al ofender al Señor, Padre bueno, infinitamente amable: piensa que la pasión de Jesucristo fue provocada por nuestros pecados; reflexiona sobre la pérdida de la gracia y del cielo, sobre el infierno y la exigencia de purificación.
Señor misericordioso,
he pecado mucho, por mi culpa,
por mi gran culpa; soy un ingrato.
¿Qué sería de mí si en este momento
me llamaras a tu presencia?
Jesús crucificado,
por tu preciosa sangre, espero me perdones.
María, refugio de pecadores,
alcánzame misericordia.
Propongo no volver a pecar
y huir de las ocasiones de pecado.
Renuevo especialmente
mi propósito principal.