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A la Reina de los ApóstolesVai alla preghiera
Te doy gracias, Jesús misericordioso,
por habernos dado por madre a María;
y te doy gracias a ti, María,
por haber dado a la humanidad
al Maestro divino, Jesucristo,
camino, verdad y vida;
y por habernos aceptado a todos como hijos
en el Calvario.
Tu misión está unida a la de Jesús,
que «ha venido a buscar y a salvar
lo que estaba perdido» (Lc 19,10).
Por eso, yo, agobiado por mis pecados,
ofensas y negligencias, me refugio en ti,
madre, como esperanza suprema.
Vuelve a mí tus ojos misericordiosos;
tus cuidados más maternales
sean para este hijo enfermo.
Todo lo espero por tu intercesión:
perdón, conversión y santidad.
Forma entre tus hijos una nueva clase:
la de los más infelices,
en los que abundó el pecado
donde había abundado la gracia.
Será la clase que más te conmoverá.
Y recíbeme en ella.
Realiza el gran milagro
de transformar a un pecador en apóstol.
Será un motivo de gloria para tu Hijo Jesús
y para ti, madre suya y mía.
Todo lo espero de tu corazón, madre,
maestra y Reina de los apóstoles. Amén.
Oración ecuménica a MaríaVai alla preghiera
Dios te salve, María,
madre, maestra y reina nuestra.
Escucha con bondad
la súplica que te presentamos
según el deseo de Jesús:
«Rogad al Señor de la mies
que mande trabajadores a su mies».
Vuelve tus ojos misericordiosos
hacia todos los hombres.
Muchos andan extraviados en las tinieblas,
sin padre, sin pastor y sin maestro.
En ti, María, encontrarán la senda
para llegar a Cristo,
pues el Padre te ha constituido «apóstol»
para dar al mundo a Jesús,
camino, verdad y vida.
Por ti, todos los católicos,
con todas las energías,
por todas las vocaciones,
para todos los apostolados.
Por ti, todos los creyentes
por todos los no creyentes;
todos los comprometidos
por todos los indiferentes;
todos los católicos
por todos los no católicos.
Por ti, todos los llamados
sean fieles a su vocación,
todos los apóstoles sean santos,
todos los hombres los acojan.
Al pie de la cruz tu corazón se dilató
para acogernos a todos como hijos.
Danos un corazón apostólico,
modelado según el de Jesús,
según el tuyo y el de san Pablo,
para que un día nos encontremos
todos juntos contigo en la casa del Padre.
Bendice a tus hijos, María,
madre, maestra y reina.