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XXIIVai alla preghiera

La Iglesia ha sido confiada a María. En la creación, en la redención, en la distribución de la gracia y en la gloria, María ocupa un lugar preeminente. Ella da a Jesucristo al mundo y a cada persona. Es madre de Dios y madre de la Iglesia. Todos los bienes nos han llegado a través de María. De María viene la vida. Ella es nuestra madre (cf Jn 19,25-27; Gál 4,4-5).

Bendito seas, Padre:
del mismo modo que la vida natural
viene de la madre,
la vida sobrenatural viene de María.
Es el retoño que trae la flor,
es la Madre que da
el fruto bendito de su vientre;
es la aurora que anuncia al sol.

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Donde entra María, entra también Jesús.
El que encuentra a la madre,
encuentra al Hijo.
Por María, el camino es seguro y breve.
Jesús nos precede con el ejemplo:
se ha hecho hijo de María.

Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…

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XXIIIVai alla preghiera

La vida cristiana es inmensamente superior a la vida humana. Conduce a la felicidad eterna. El auténtico cristiano rechaza el pecado, vive la fe, practica los mandamientos y celebra el culto cristiano. Cumple los deberes de su estado, en la familia y en la sociedad. Es un buen padre, un buen hijo, un buen ciudadano y un buen profesional (cf Col 3,1-25).

Te doy gracias, Padre,
porque has querido
instaurar todas las cosas en Cristo.
Has llamado al hombre
a imitar, en Cristo, tu vida divina.
Muchos fieles se distinguen
en la práctica de las virtudes comunes;
te honran a ti, a la Iglesia y a la sociedad.

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Con frecuencia son también
bienhechores de la humanidad.
Debo imitarte en Cristo, vida del alma.

Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…

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