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María, madre de la IglesiaVai alla preghiera
Madre de Dios y madre de la Iglesia,
de quien todos nacimos en la cruz,
eres para tus hijos el modelo
que alienta nuestra fe con su virtud.
Si por Adán nacimos en pecado,
recobramos con Cristo la salud.
Si por Eva perdimos la esperanza,
con María, nueva madre de los hombres,
volvimos a la luz.
Mediadora ante Dios para los hombres,
de Cristo en su pasión corredentora,
eres luz, dulzura y esperanza,
abogada y consuelo en el camino
de aquellos que te imploran.
Reina del mundoVai alla preghiera
Eres madre de Dios y de los hombres
porque en ti se hizo hombre el Señor.
Eres reina del mundo y de la Iglesia,
que en la tierra es el reino de Dios.
Eres la alegría, pues supiste del dolor.
Eres la esperanza de los que esperan en Dios.
Desde el camino que lleva hasta el monte,
hasta el camino que lleva hasta el mar,
eres viajera que dice a los hombres
que en Dios reside la entera verdad.
Desde el valor de las cosas sencillas
hasta la entrega que exige el amor,
eres resumen de fe y de confianza,
eres la paz que nos deja el Señor.
Porque eres madre de DiosVai alla preghiera
Porque eres madre de Dios,
todo lo puedes.
Porque eres nuestra madre,
siempre nos acoges.
En tu corazón, María,
Dios y el hombre (bis).
En Caná quisiste socorrer
a los novios que no tenían vino.
Suplicaste a tu Hijo omnipotente
por tus otros hijos.
En la cruz tu Hijo te pidió
que ensancharas tu corazón de madre.
A tu lado nos tienes a nosotros,
a tus otros hijos.
Al nacer la Iglesia en Pentecostés,
y a lo largo del tiempo y del camino,
ha sentido muy dentro tu presencia
y tu amor de madre.