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XXVIIIVai alla preghiera
El cielo es el premio eterno de los que se han hecho obedientes. Han buscado a Dios y lo poseerán para siempre. Han buscado los bienes espirituales y los gozarán eternamente. El cielo es visión de Dios, merecida por la fe; es posesión de Dios, merecida con el cumplimiento de su voluntad; es el gozo en Dios, merecido por el amor (cf Is 65,17-25; Ap 2,7; 7,2-4.9-14).
Te doy gracias, Maestro divino,
por la esperanza
que has infundido en mí.
Yo creo y espero la vida eterna.
Te contemplo a la derecha del Padre;
a la Virgen María a tu derecha;
y una muchedumbre inmensa
que nadie podría contar.
Se requiere la gracia y la colaboración.
El que ora se salva; el que no ora se pierde.
Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…
XXIXVai alla preghiera
Al final de los tiempos todos resucitarán, cada uno según su destino. Entonces se realizará la separación definitiva.
p. 302Aparecerá el Juez; todo se hará manifiesto, y se oirá la sentencia final: «Venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el reino de mi Padre», «Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno». Los justos irán a la vida; los malos al castigo eterno. Epílogo de la historia humana, día del Señor, de verdad y de justicia (cf Mt 25,31-46).
Medito, Maestro divino,
tus palabras eternas.
La misericordia y la fidelidad de Dios
serán glorificadas;
será exaltada la redención
y reconocidos los merecimientos
de los elegidos;
los malos quedarán confundidos.
Considero los deberes sociales:
«Cada vez que lo hicisteis
con uno de estos mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis».
Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…