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Ven, Espíritu de vidaVai alla preghiera
Espíritu que infundes la vida,
ven, y renueva nuestras mentes.
Derrama en abundancia tu gracia y bondad
en nuestro pobre y afligido corazón.
Consuelo de los fieles que luchan,
fuente del gozo verdadero,
torrente de agua viva y llama de amor,
unción de un pueblo bendecido con la paz.
Espíritu repleto de dones,
fuerza que actúas sobre el mundo,
regalo prometido por nuestro Señor,
que nos inspiras los caminos a seguir.
Haz limpia la mirada del alma,
llena de amor los corazones,
envía desde el cielo tu fuerza y poder:
así podremos resistir a todo mal.
Concédenos vencer en la prueba,
surja gozosa la esperanza.
Que siempre nos dejemos llevar de tu amor
y demos frutos de justicia y santidad.
Pronuncien nuestros labios palabras
iluminadas en tu fuego:
que el mundo reconozca la inmensa piedad
de nuestro Padre, que en el Hijo nos salvó.
Amén.
Te DeumVai alla preghiera
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eternal
nos asociemos a tus santos.
Lo que sigue puede omitirse:
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros,
Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.